miércoles, julio 26, 2006

Sobre la guerra en el Líbano

Sobre la situación actual en Líbano

Nosotros, miembros del dd.hh.up. movimiento estudiantil universitario por el respeto y desarrollo de los Derechos Humanos, ante la actual coyuntura en Oriente Medio, manifestamos:

La invasión militar del Líbano por Israel, mal justificada por el secuestro de dos soldados de su ejército por parte de Hezbollah, ha sido dirigida indiscriminadamente contra toda la población libanesa. Se ha utilizado un despliegue militar irracional y desproporcionado que incluye bombardeos aéreos y un ataque terrestre de consecuencias y extensión indeterminadas.
Estas acciones han cobrado la vida de centenares de inocentes y el éxodo masivo de la población, ha ocasionado la destrucción de infraestructuras vitales para el país, incluyendo escuelas, hospitales y carreteras, actos que representan flagrantes violaciones al derecho internacional y los derechos humanos.
Hoy nos exponemos a una escalada de violencia aún mayor, a la pérdida total de control sobre los elementos en conflicto, a una degradación aún mayor de los organismos internacionales de derecho, a una posible conflagración de orden mundial, ante un enorme peligro para toda la humanidad, pues esta realidad trasciende las fronteras del Líbano y el Medio Oriente, razón por la cual nos solidarizamos con los pueblos agredidos.
Condenamos la actitud complaciente e hipócrita de la comunidad internacional que apoyan al agresor o pasan indiferentes ante el dolor de víctimas inocentes; de los Estados Unidos de América que habla de libertad y democracia a costa de los pueblos que no se cuadran a sus mezquinos intereses; de la Unión Europea, que hereda el peso de la intolerancia racial y religiosa, violencia y colonialismo que ha tenido por consecuencia ulterior el actual estado de cosas, mientras mira hacia otro lado o se limita a expresar buenos deseos.
De Israel, exigimos que deje de utilizar el lamentable genocidio durante la Segunda Guerra Mundial para justificar en última instancia un Estado fascista y asesino, incansable violador de los derechos humanos de las poblaciones no judías. Deberían ser, por el contrario, los primeros en desterrar prácticas inhumanas de sus manuales. La deuda moral de las potencias europeas no es un cheque en blanco para el Estado israelí, y en todo caso, no son los pueblos árabes quienes deben asumir tal deuda.

Rechazamos el uso de la violencia especialmente contra objetivos civiles enmarcado en la práctica de un terrorismo de Estado constante emparentado con doctrinas preventivas que mantienen al mundo entero como rehén del miedo y la fuerza. No existe solución militar al problema de la gente, la tierra y los recursos, en ninguna parte del planeta, a menos que se pretenda el exterminio total de los pueblos.

Exigimos la prevalencia de la justicia y el derecho como anhelos y camino de la humanidad, el reconocimiento de los derechos de los pueblos a recuperar sus tierras ancestrales injustamente arrebatadas, como igualmente exigimos el respeto a la existencia y convivencia del pueblo judío.

Exigimos el respeto y fortalecimiento de un sistema internacional libre de la manipulación de las potencias mundiales, basado en la igualdad de todos los seres humanos, naciones y países, capaz de aportar una solución definitiva que contemple principios de justicia y equidad, en la que cada parte ponga voluntad y reconozca su porción de culpa por los errores cometidos.
Lamentamos la actitud cobarde de nuestros gobernantes que no se manifiestan oficialmente sobre el asunto y se limitan a sus acostumbrados discursos sobre la incidencia en el precio del petróleo, mientras seres humanos sufren y mueren.

Hacemos un llamado a los movimientos sociales para que asuman el compromiso necesario con la humanidad entera, exigimos al gobierno al menos una posición clara en esta coyuntura.

Por pequeñas que sean nuestras posibilidades de influir en la resolución del conflicto, lo único que no está permitido es quedarse impasibles ante la barbarie demostrada. Hoy, como seres humanos, sentimos como propio el inmerecido sufrimiento de nuestros semejantes.

Ciudad de Panamá, 26 de julio de 2006
Cristel De León
Joao Quiróz
Eduardo Lamphrey
Ramón Benjamín