Comunicado nº 9, Ciudad de Panamá, martes 10 de abril de 2007
Toda persona tiene derecho a la educación… La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.
Articulo 26, Declaración Universal de los Derechos Humanos
La educación debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre, favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos raciales, étnicos o religiosos.
Artículo 13, Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
El derecho humano a la educación es fundamental. Relacionado con la salud integral de la persona, con su capacidad posterior de acceder a la información, expresarse, obtener un trabajo, mejorarse continuamente y mantener una identidad, ofrece al ser humano las herramientas y capacidades básicas para modificar su existencia mediante la construcción, desarrollo y puesta en práctica de conocimientos. En este proceso el sistema público de educación es piedra angular, aun considerando su inserción dentro de un sistema social conflictivo que limita y modifica sus formas y contenidos siguiendo requerimientos no definidos de manera colectiva.
No basta declarar que toda persona tiene derecho a la educación. No es suficiente decir que la educación fundamental es gratuita cuando en realidad, todos sabemos que eso es falso. Ni que es obligatoria cuando, a pesar de lo que digan las autoridades, las escuelas otra vez no están listas; cuando los maestros de nuevo no están nombrados, o llegan martes y se van jueves justo dónde mas se los necesita, o cuando no están preparados para enseñar más nada que paquetes educativos importados y afines a ciertos intereses, cuando muchos de ellos no tienen la vocación para pelear por algo más que “conquistas magisteriales”.
Incluso no bastaría si tuviésemos personal, infraestructura y materiales cuando el fin declarado del proceso educativo es hacer gente entrenada en lo necesario para el mercado en un país de servicios y nada más, en lugar de seres humanos completos en un país también completo. Pero ni eso son capaces de hacer, ni eso quieren hacer. Porque alegar improductividad, baja calidad, incapacidad de los servicios públicos educativos, es la forma ya experimentada en otras áreas para transformar nuestros derechos en privilegios, para sacar de la esfera pública las responsabilidades estatales y entregarlas al sector privado.
Nosotros jóvenes, no solamente tenemos el derecho a educarnos sino, junto al resto de los actores sociales consecuentes con un ideal de paz sin opresión, libertad real y no formal, justicia social, igualdad de oportunidades, respeto y valoración a las diferencias, tenemos la responsabilidad de exigir una educación integral como seres humanos que somos, intrínsecamente algo más que apéndices del sistema económico que impone su lógica al resto de las esferas sociales.
Mañana, los hijos de quienes hoy nos beneficiamos aun limitadamente con la educación pública, no tendrán ni siquiera ese beneficio y la lucha por la dignidad humana habrá de requerir mayores esfuerzos. Hoy podemos adoptar una posición seria, elevar nuestros niveles personales de exigencia y asimismo exigir el mantenimiento, elevación y ampliación necesaria de los beneficios sociales producto de nuestro trabajo e impuestos.
Educarse es algo más que letras, números y notas. No solamente es acceder, sino tener la posibilidad de permanecer y progresar según nuestras capacidades y deseos, recibir contenidos de calidad, que refuercen integralmente al individuo y respeten su identidad cultural.
No nos equivoquemos, aún la idea de disminuir requisitos y contenidos no es beneficio para el pueblo a largo plazo. Es reducir los niveles del instrumento de cambio por el cual debemos empezar a fortalecernos para mejorar nuestros niveles de vida. Es facilitar su entrega a quienes solamente se interesan de las cosas en función de su rentabilidad. No podemos fortalecernos si en lugar aprovechar los mínimos existentes y exigir constante y conscientemente una mejor educación, nos conformamos con aceptar gradualmente la decadencia como algo normal o como un mal sin solución.
En todo caso, debemos reconocer que todos, en mayor o menos grado somos algunos culpables, responsables y víctima de este problema, y que todos, cada uno en su trinchera, tiene algo que hacer o exigir que se haga al respecto.
Ya todos somos parte de la familia universitaria, todos tenemos la responsabilidad de mejorarnos continuamente y con una visión profundamente solidaria, ayudarnos y ayudar de verás a quien viene detrás de nosotros. Bienvenidos todos los estudiantes de primer ingreso, bienvenidos todos a la lucha.
Firmas Responsables
Cristel De León
Joao Quiróz Govea
Ramón H. Benjamín M.
Ramón H. Benjamín M.
Octavio Vargas